Día 3. Big Sur – Piedras Blancas – Hearst Castle – San Simeon
La ruta por Big Sur es uno de los tramos más impresionantes en un road trip por California. Sus inmensos acantilados, sus playas vírgenes y sus frondoso bosques hacen de esta una zona única, bastante turística actualmente, sí, pero aún auténtica y salvaje. Nosotros la incluimos en nuestro viaje a California por eso de añadir algo de naturaleza, ya que no íbamos a visitar los grandes parques nacionales, y la experiencia de conducir por esta carretera de vértigo nos encantó.
5 cosas que debes saber sobre Big Sur
Para disfrutar de las mejores vistas conduciendo por el lado de la costa lo mejor es recorrerla desde San Francisco a Los Ángeles, aunque obviamente también se puede hacer en sentido inverso.
- La HW1 es una carretera de un solo carril en cada dirección. La velocidad máxima es de X y en la mayoría de los tramos está prohibido adelantar. Para saber más sobre cómo conducir por Big Sur puedes visitar este post.
- Nosotros recorrimos Big Sur en un día, desde Monterey a San Simeón, donde hicimos noche. Si planeas visitar varios parques nacionales y hacer alguna ruta de senderismo lo mejor es dedicar a esta zona un par de días y hacer noche en el valle, aunque el alojamiento aquí sale bastante caro.
- Al tratarse de una ruta en plena naturaleza lo mejor es consultar el estado de la carretera antes de salir, así evitaremos tener que darnos la vuelta si aparece algún imprevisto, ya que no hay ruta alternativa. En nuestro caso, la ruta por Big Sur coincidió con un gran incendio activo en la zona, por lo que la mayoría de los parques nacionales no estaban abiertos. Afortunadamente, ningún tramo de la HW1 estaba cerrado (como en días anteriores), por lo que pudimos recorrerla sin problemas.
Nuestra Ruta por Big Sur
Parque Nacional Point Lobos
La primera de nuestras paradas en Big Sur desde el hotel de Monterey fue el parque nacional de Point Lobos, el único que estaba abierto debido a los incendios. Según nos íbamos acercando a la entrada comenzamos a ver coches aparcados en la cuneta, lo cual nos hizo preguntarnos si no sería que el parque estaba lleno. Pero no, la cosa es que como hay que pagar 10$ por entrar con el coche, son muchos los que prefieren exponerse a una multa aparcando fuera.
Nada más entrar al parque nos encontramos con una caseta en la que pagamos la entrada (que da acceso al resto de parques de Big Sur) y nos dieron un papel para dejar visible en el coche y un mapa con los puntos más destacados del parque, a los cuales se llega en coche. Cada una de estas paradas tiene un número de plazas de aparcamiento limitado, por lo que conviene iniciar pronto la visita. Entre las distintas rutas que nos proponía el mapa nosotros tiramos por el primer desvío a la derecha y fuimos a dar a la costa. La verdad es que el paisaje no podía ser más increíble, porque a unos impresionantes acantilados rodeados de pinos y olas se sumaba la ligera bruma con la que había amanecido ese día. Desde esta zona partían varias rutas de senderismo señalizadas, por las que nos adentrarnos un poco para hacer fotos.
De vuelta al coche y siguiendo el mapa llegamos a los puntos desde los que se pueden ver las colonias de nutrias, lo mejor de la visita al parque. Aquí suelen situarse voluntarios con prismáticos para los visitantes y un montón de anécdotas sobre estos animales. Hablar con estos voluntarios, que suelen ser jubilados, vale mucho la pena porque, además de ser gente muy simpática, sus conocimientos hacen mucho más completa la visita y la verdad es que animan a querer saber más sobre estos apasionantes animales (nosotros desde entonces nos hemos visto varios documentales sobre nutrias).
En total, hacer cada una de las paradas del mapa nos llevó como una hora y media. Aunque en varios sitios he leído que desde este parque también se pueden avistar ballenas, nosotros no tuvimos esa suerte. Lo que sí que vimos fue otra colonia de leones marinos, aunque bastante alejada de la costa.
Bixby Bridge
Después de parar varias veces a lo largo de la HW1 para hacer fotos de la costa del Pacífico, llegamos a uno de los puntos más conocidos de Big Sur, el puente Bixby.
Según os acerquéis al kilómetro x de la carretera es conviene estar atentos para no pasarse el apartadero en el que está permitido parar. También es importante tener aquí cuidado con todos los coches que salen y los turistas que cruzan la carretera, ya que este lugar suele estar bastante congestionado.
Aunque ya habíamos visto fotos del puente antes de visitarlo, la verdad es que estar allí impresiona muchísimo, especialmente si las alturas te dan algo de respeto. La mejor vista se consigue desde el apartadero a la derecha de la carretera, donde discurre un acantilado por el que la gente, ante nuestro asombro, no dudaba en adentrarse para conseguir la mejor foto. Sin tener que lamentar heridos entre los turistas más intrépidos, cruzamos al otro lado de la carretera para tener una perspectiva distinta y volvimos al coche para pasar el puente.
Nada más cruzar Bixby Bridge vale la pena parar en el siguiente apartadero, una preciosa playa virgen en la que pudimos ver a una manada de perros salvajes caminando por la arena.
Andrew Molera State Park y Julia Pfeiffer Burns State Park
Estos son los otros dos grande parques naturales de Big Sur, los cuales no pudimos visitar porque se encontraban cerrados a causa del incendio. A ellos se puede acceder con la misma entrada que a Point Lobos.
Piedras Blancas Elephant Seal Rookery
Ya al final de Big Sur, cuando dejamos atrás las curvas de vértigo, llegamos a la playa de Piedras Blancas, perfectamente señalizada desde la carretera y con un aparcamiento a la entrada bastante grande. A la playa en sí no se puede acceder, ya que toda la arena está ocupada por leones marinos que pasan allí la mayor parte del año y son la atracción del lugar.
Desde este mirador se pueden ver desde bastante cerca, así que aquí nos quedamos un buen rato, entretenidos viendo como se bañaban, se cubrían con la arena o se peleaban entre ellos… y es que esto de ver animales salvajes tan de cerca nos tenía fascinados. Además, la zona está llena de ardillas, tan acostumbradas a los turistas que no dudan en acercarse para ver si les das algo de comer (lo cual por otro lado está prohibido).
Hearst Castle
Hearst Castle es una enorme mansión de película, de hecho Xanadú en Ciudadano Kane está inspirada en ella, que un rico magnate de la prensa construyó a principios de siglo muy cerca de San Simeón. Después de tanto leer sobre ella y su dueño, la visita a este lugar tan extravagante nos apetecía mucho, por lo que unas semanas antes sacamos las entradas desde su web. En este post sobre Hearst Castle tenéis toda la información para preparar la visita.
San Simeón
Por su cercanía con Hearst Castle elegimos pasar la noche en San Simeon. Decir que San Simeón es un pueblo es decir mucho, más bien se trata de un apartadero en la carretera en el que se pueden encontrar varios hoteles y algún restaurante. Esta zona es bastante más barata que las localidades cercanas, como Cambria y Morro Bay, y como al fin y al cabo se trataba de un lugar de paso nuestro alojamiento, Motel 6 San Simeón, cumplió bastante bien con nuestro propósito.
Hay que decir que por esta zona no hay absolutamente nada que hacer, así que como era aún pronto nos acercamos a Cambria a ver si allí la cosa estaba más animada. Cambria ya sí es en sí un pueblo, con una sola calle eso sí, pero al menos con casas, alguna tienda, hasta una gasolinera. Cuando llegamos a eso de las 7 de la tarde no encontramos ni un alma por la calle, y eso que era fin de semana. Al final conseguimos encontramos una pequeña tienda de alimentación en la que comprar algo para desayunar y nos volvimos a San Simeón, donde tenía apuntado un restaurante al que acudir en caso de no encontrar nada mejor.
Sin demasiadas expectativas llegamos al restaurante Cavalier Restaurant, que está justo frente al mar, y la verdad es que fue toda una sorpresa. El restaurante estaba bastante lleno (¡por fin veíamos gente!), pero enseguida el camarero nos buscó una mesa y nos tomó nota. Pedimos una fritura variada y una ensalada (tan grande que tuve que pedir que me pusieran las sobras para llevar, algo muy habitual en EE. UU.), todo muy bueno la verdad. Así que por fin con la tripa llena nos volvimos al hotel a poner fin a este día tan largo.